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Jorge Alberto Gudiño Hernández

05/03/2016 - 12:00 am

Más influenza

Mi mujer ha sido dada de alta y ha vuelto al trabajo. Llegó a la oficina para descubrir que el ausentismo es alto. Hay varios compañeros suyos contagiados. Cuando fuimos con el doctor para que le diera el alta, lo encontramos saturado.

Mi mujer ha sido dada de alta y ha vuelto al trabajo. Llegó a la oficina para descubrir que el ausentismo es alto. Hay varios compañeros suyos contagiados. Cuando fuimos con el doctor para que le diera el alta, lo encontramos saturado. Foto: Shutterstock
Mi mujer ha sido dada de alta y ha vuelto al trabajo. Llegó a la oficina para descubrir que el ausentismo es alto. Hay varios compañeros suyos contagiados. Foto: Shutterstock

La semana pasada conté que mi mujer se enfermó de Influenza tipo A. También dije que me parecía extraño que el Tamiflu se encontrara en los hospitales públicos y no en las farmacias privadas. De hecho, me pareció un argumento válido en contra de las teorías de la conspiración que, además de divertidas, sostenían que se buscaba contagiar a un mayor número de mexicanos con fines ¿políticos, electorales, sociales o hasta de exterminio?

Mi mujer ha sido dada de alta y ha vuelto al trabajo. Llegó a la oficina para descubrir que el ausentismo es alto. Hay varios compañeros suyos contagiados. Cuando fuimos con el doctor para que le diera el alta, lo encontramos saturado. Lleva varias semanas trabajando de 8 de la mañana a 10 de la noche. La causa: Influenza. Decenas de personas llegan con él cada día, cargando su hoja con los resultados de laboratorio. Es contundente: Influenza. Tipo A y Tipo B. De diferentes cepas.

En el salón de mi hijo mayor, casi la mitad de los niños no están yendo a la escuela. Influenza, dicen los padres y los maestros. Recomiendan medidas higiénicas básicas. No se puede hacer mucho más mientras no haya una alerta sanitaria. Si acaso, apoyar a algunos padres quienes, desesperados, deambulan por la ciudad a la caza de una medicina que sí se está agotando.

Hablo desde mi experiencia, no cuento con datos duros. Sin embargo, es evidente que hay muchas personas contagiadas. Me parece (nunca debería confiar en mis recuerdos), que son muchos más que los contagiados cuando se logró contener a la H1N1. Reconozco que, en su momento, se hizo un buen trabajo para evitar la propagación.

Según los análisis de laboratorio que he visto, ahora también hay H1N1 en el ambiente.

La pregunta es evidente: ¿por qué no se hace ahora? Ya pasó la visita del Papa, ya no interesa ocultar la enfermedad. Ignoro si ya se le pueda tachar de epidemia. De nuevo, ¿por qué no se le contiene y sí se exige a Roche que importe más Tamiflu?

Quiero creer que es por la manida torpeza gubernamental. Ésa que los impulsa a dejar pasar las cosas en lugar de intentar resolverlas. El problema es que las epidemias no pasan y ya, se propagan.

Insisto, prefiero pensar que es torpeza, falta de reacción. Esto querría decir que, con suerte, actuarán pronto, antes de que todo se salga de las manos. Y prefiero pensar que es torpeza porque la alternativa es mucho más grave. Ojalá no sea así. Ojalá los amantes de las teorías de la conspiración no tengan oportunidad de burlarse: “te lo dije”.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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